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Poniente, un lugar donde los veranos pueden durar años y los inviernos toda una vida. Un mundo frágil; donde la magia y fuerzas antiguas se revuelven en el mundo conocido y en las tierras del frío eterno Más allá del Muro. Se acerca el invierno y trae helados vientos de guerra.

Los Hijos de Valyria

Los valyrios heredaron de Ghis un rasgo deplorable: la esclavitud. Los ghiscari fueron sus primeros esclavos, pero no los últimos. Las montañas ardientes de las Catorce Llamas eran ricas en minerales, codiciados por los valyrios: cobre y estaño, para el bronce de sus armas y monumentos; hierro, para el acero de sus legendarias espadas; y oro y plata, para pagarlo todo. 

Nadie puede decir cuántos ghiscarios perecieron trabajando en las minas valyrias, pero el número es tan grande que desafía la comprensión. A medida que Valyria crecía, aumentaba su necesidad de minerales, lo que los llevó a emprender más conquistas para abastecer de esclavos sus minas. Los valyrios se expandieron en todas las direcciones; hacia el este, más allá de las ciudades ghiscarias, y al oeste, hasta los confines de Essos, donde ni siquiera los ghiscarios se habían adentrado.

Esta primera irrupción fue de suma importancia para Poniente y para el futuro de los Siete Reinos. Mientras Valyria avanzaba en su conquista, muchos pueblos se retiraban y huian para ponerse a salvo. En las costas de Essos, los valyrios levantaron varias ciudades; hoy en día las conocemos como Ciudades Libres pero sus orígenes fueron muy diversos.

Qohor y Norvos surgieron a raiz de sendos cismas religiosos. Otras, como la antigua Volantis y Lys, fueron colonias mercantes fundadas por mercaderes adinerados y nobles que compraron el derecho a gobernarse a sí mismos y se establecieron como clientes del Feudo Franco y no como súbditos. Elegían a sus propios líderes en vez de aceptar a los arcontes que Valyria enviaba, a lomos de dragones, para supervisarlos. Algunas historias afirman que Pentos y Lorath surgieron de un tercer modo: ya existían antes de que los valyrios llegaran, y sus gobernantes pagaban tributos a Valyria a cambio de conservar sus leyes. A estas ciudades la sangre Valyria llegó con los immigrantes del Feudo Franco o a través de matrimonios políticos pactados para consolidad los vínculos entre estas ciudades y Valyria. Sin embargo, la mayoría de estas historias utilizan como fuente la obra “Antes de los Dragones” de Gessio Haratis. Haratis era de Pentos, y en ese tiempo, Volantis amenazaba con restaurar el imperio Valyrio, por lo que la idea de una Pentos independiente de Valyria era lo más conveniente desde un punto de vista político. 

Todo el mundo conoce las propiedades del acero valyrio, resultante de plegar el hierro varias veces para equilibrarlo y eliminar las impurezas, y del uso de hechizos —o, al menos, artes que nosotros no conocemos— para darle una fuerza y resistencia supernatural. Esas técnicas se han perdido, aunque los herreros de Qohor afirman conocer los hechizos para reforjar el acero valyrio sin que pierda su fuerza y manteniendo el filo. Las espadas de acero valyrio que quedan en el mundo pueden contarse por miles, pero en los Siete Reinos tan solo quedan doscientas veintisiete, según los “Inventarios” del archimaestre Thurgood, algunas de las cuales se han perdido o han desaparecido de los anales de la historia.
Braavos era la única entre todas las ciudades libres que no fue fundada por voluntad del Feudo Franco, ni por sus ciudadanos, sino por sus esclavos. Según cuentan los bravoosi, una gran flota valyria que había estado recogiendo tributos en forma de carne humana en las tierras del mar del Verano y del mar de Jade, fue víctima de un motín de los esclavos que transportaba; la revuelta tuvo éxito porque los remeros y marineros valyrios a bordo eran también esclavos y se unieron a ellos. Tomaron el control de la flota pero a ver que no había ningún lugar cercano donde esconderse del Feudo Franco, decidieron buscar una tierra alejada de Valyria y sus súbditos, y fundar su propia ciudad en un lugar que nadie conociera. Según las leyendas, las cantoras lunares profetizaron que la flota debía viajar con rumbo norte, a un rincón desolado de Essos, una zona de marismas, aguas salobres y neblinas. Allí, los esclavos empezaron a sentar las bases de su ciudad.
Durante siglos, los braavosi permanecieron ocultos del mundo en aquella albufera remota e, incluso después de que se descubriera su existencia, Braavos siguió siendo conocida como la Ciudad Secreta. Los bravoosi eran un pueblo sin identidad, con decenas de razas, cientos de lenguas y mil dioses. Lo único que tenían en común era el valyrio —la lengua comercial de Essos— y el haberse liberado de la esclavitud. Las cantoras lunares fueron honradas por haberlos guiado hasta su ciudad, pero los más sabios entre los esclavos libres determinaron que, para mantenerse unidos, deberían aceptar todos los dioses que los esclavos habían traído consigo, sin que ninguno fuese superior a otro.
Los nombres y el número de pueblos que cayeron ante Valyria son casi todos desconocidos.Si los Valyrios llevaban registros de sus conquistas fueron completamente destruidos durante la Maldición, y si alguno de esos pueblos dejo constancia de su historia, no sobrevivió al dominio del Feudo Franco.

Algunos pocos, como los rhoynar, resistieron durante siglos, incluso milenios. Se dice que los rhoynar fundaron grandes ciudades a lo largo del Rhoyne y que fueron los primeros en aprender a trabajar el hierro. Además, la confederación de ciudades posteriormente conocida como el Reino de Sarnor sobrevivió la expansión valyria gracias a la gran llanura que separaba sus urbes; sin embargo esa llanura y la gente que la ocupaba —los dothraki o señores de los caballos— fueron la cauda de la caída de Sarnor después de la Maldición.

Aquellos que no querían ser esclavos, pero eran incapaces de resistir el poder de Valyria, huyeron. Muchos fracasaron y fueron olvidados, pero un pueblo de hombres altos de cabello rubio, valientes e indomables gracias a su fe, consiguió escapar de Valyria. Aquellos hombres fueron: los Ándalos.

A lo largo de los siglos se han escrito innumerables libros sobre la historia de Valyria. Los detalles de sus conquistas, sus colonizaciones, los feudos de los Señores Dragón, los dioses que adoraban, y muchos relatos más que podrían llenar bibliotecas aun estando incompletos. “Los fuegos del Feudo Franco” de Galendro es considerada la obra más completa de Valyria conservada en Ciudadela, incluso faltándole veintisiete pergaminos.

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