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Poniente, un lugar donde los veranos pueden durar años y los inviernos toda una vida. Un mundo frágil; donde la magia y fuerzas antiguas se revuelven en el mundo conocido y en las tierras del frío eterno Más allá del Muro. Se acerca el invierno y trae helados vientos de guerra.

Geografía de Las Tierras de la Tormenta


Las Tierras de la Tormenta están situadas justo al sur de Desembarco del Rey y el mar de Dorne, con frontera con el Dominio en el oeste y limitadas por el mar Angosto al este. Es una región de escarpadas montañas, frondosos bosques, costas pedregosas e incluyen las Marcas de Dorne. Las Marcas solían ser el campo de batalla entre las Tierras de la Tormenta, el Dominio y Dorne durante siglos, cambiando de manos más de una vez hasta que este estado sureño pasó a formar parte de los Siete Reinos. Unas pocas islas, incluidas Tarth y Estermont, también se consideran parte de la región, y cualquiera que se encuentre más al este se cuenta como parte del archipiélago conocido como Peldaños de Piedra. Lo primero que le viene a la cabeza a casi todo el mundo en Poniente al oír hablar de estas tierras, es el imponente Bastión de Tormentas y la peligrosa Bahía de los Naufragios, pero la región es considerablemente más grande y variada que un simple castillo.

Todas las costas desde Desembarco del Rey a Wyl son escarpadas e inhóspitas, sembradas de rocas irregulares y salientes afilados. Son navegables con buen tiempo, pero son mortales durante alguno de los frecuentes vendavales. Un barco puede chocar contra los escollos a la vista del puerto, o incluso puede ser aplastado mientras está allí anclado. Las naves que vienen de cruzar el mar Angosto evitan la mayor parte de la costa de las Tierras de la Tormenta, aunque el Garfio de Massey puede servir de refugio para los que se dirigen a Desembarco del Rey. Cuando no se ven sacudidos por temporales, las aguas pueden ser sorprendentemente limpias y azules. Las que rodean Tarth son particularmente conocidas por su color celeste dándole por ello el nombre de “Isla Zafiro”.

No hay grandes ciudades en la región. Esto se debe a motivos culturales ya que, aunque muchas de sus divisiones (la Selva y el Bosque Real en particular) son zonas suficientemente fértiles como para abastecer a grandes poblaciones las tradiciones militares locales desaconsejan la construcción de asentamientos extensos, difíciles de defender, lugares que serían objetivo fácil para los invasores. Un gran castillo como el de Puertabronce es un buen ejemplo del tipo de villa que se encuentra en las Tierras de la Tormenta. Varios pueblos pequeños se encuentran a pocos días de viaje, proporcionando sustente a la fortaleza. En tiempos de guerra, el pueblo llano de estos puede refugiarse en Puertabronce, encontrando seguridad dentro de sus murallas. Incluso si un señor no tiene suficiente espacio para todas sus gentes, un grupo de pueblos pequeños componen un objetivo más difícil de conquistar para un invasor ya que un asalto a cualquiera de ellos puede provocar una incursión de las fuerzas del castillo para aplastar al atacante en un lugar diferente.

La mayor parte de las Tierras de la Tormenta son páramos, incluso a un par de días de viaje de la “civilización”. Como resultado, los lugareños son entusiastas cazadores. El bandolerismo no es más común aquí que en otros sitios; hay pocos lugares en donde refugiarse del mal tiempo, y pasan menos caravanas ofreciendo botines.

Las Marcas de Dorne son menos bastas, sin casi costas, con pocas montañas, y sufren menos tormentas que las tierras del este. Sin embargo, las luchas habituales a lo largo de los siglos han dado a la gente del lugar el mismo carácter que a sus hermanos de los montes y los bosques, y se mantienen menos pobladas que el norte.

En las Tierras de la Tormenta también se encuentran las ruinas de Salaverano, una fortaleza Targaryen destruida por el fuego en 259 a.C., la misma noche en que nació el príncipe Rhaegar. Construido cerca de la frontera hacia el Dominio y Dorne, el castillo era un lugar de retiro para los reyes de esta casa. Mientras que el heredero recibía el título de “Príncipe de Rocadragón”, un hijo más pequeño podía recibir el de “Príncipe de Salaverano”.

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